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quinta-feira, 27 de junho de 2013

Baltasar Merino, un botánico en los bosques de Galicia

Baltasar Merino (1845 - 1917)
Natural de Lerma (provincia de Burgos, España), el sacerdote jesuita Baltasar Merino pasó una gran parte de su vida en Galicia, donde desarrolló una intensa labor en diversos campos científicos. Ingresó en la Compañía de Jesús a los quince años. Al terminar sus estudios de filosofía, fue enviado a La Habana, donde enseñó retórica durante tres años. Vivió después en Baltimore (Maryland, Estados Unidos), donde estudió teología. Tras su ordenación fue destinado al seminario de Puerto Rico, pero sus problemas de salud le impidieron seguir viviendo en la región antillana. Fue trasladado entonces a un colegio de la villa de A Guarda (provincia de Pontevedra), donde residiría hasta su muerte. Allí se dedicó a enseñar química, física, meteorología y botánica. En estas dos últimas disciplinas científicas realizó importantes contribuciones como investigador.
 


Una página de la Flora descriptiva e ilustrada de Galicia, de Baltasar Merino

Merino es recordado principalmente por sus investigaciones en el campo de la botánica. Durante años recorrió sistemáticamente el territorio gallego para identificar y clasificar numerosas especies vegetales, muchas de las cuales fueron catalogadas por primera vez por él en esta zona geográfica. Entre 1905 y 1909 fue editada en tres volúmenes su obra más importante, Flora descriptiva e ilustrada de Galicia. El Real Jardín Botánico de Madrid ha publicado una edición digital íntegra de este extenso trabajo. La misma institución recuperó otros estudios de Merino sobre la flora gallega: Algunas plantas raras que crecen espontáneamente en las cercanías de La Guardia (1895), Contribución a la flora de Galicia (1897-1904) y Adiciones a la flora de Galicia (1917).
 
Devesa da Rogueira (Foto: Descubrelugo.com)

Entre los méritos científicos de Baltasar Merino figura el hecho de haber sido el primer investigador que puso de manifiesto el excepcional valor del bosque de la Devesa da Rogueira, en la Sierra del Courel, hoy considerado como uno de los más importantes santuarios de la biodiversidad de Galicia. En este espacio de solo doscientas hectáreas de extensión, en las faldas del monte Formigueiros (de 1.643 metros de altura), conviven centenares de especies vegetales, entre las que figuran muchas variedades que rara vez se encuentran en el noroeste de la Península Ibérica. Merino la describió como «aquella selva que, contando siglos de vida, conservaba como nuevas las galas de su primera edad». En 2010, la Universidad de Santiago de Compostela creó en las cercanías de este bosque la Estación Científica del Courel. Sorprendentemente, pese a su carácter único, el gobierno autónomo de Galicia nunca ha mostrado el menor interés por la conservación y protección de este espacio natural.

quarta-feira, 19 de junho de 2013

Grutas de la cota glaciar de la Sierra del Courel (Galicia)

Exploración de la cueva de A Tara
En 2009, el club espeleológico Maúxo, radicado en Vigo, y el Instituto de Geología Isidro Parga Pondal, de la Universidad de A Coruña, editaron el folleto As grandes covas do Courel, que recoge investigaciones realizadas durante cuatro años en diversas grutas kársticas de esta sierra del este de Galicia, caracterizada por una gran diversidad geológica y biológica. La publicación describe las principales características de cuatro cavernas: Arcoia, Pena Paleira, Río Pérez y A Tara. Todas ellas están situadas en el límite de los glaciares que existieron durante el Pleistoceno en las zonas más altas de la sierra.

Formaciones calizas en la cueva de Arcoia
 El estudio científico de estas cavidades, cuya formación está asociada a los procesos de drenaje de las antiguas masas de hielo, comenzó en tiempos muy recientes. Algunas de ellas fueron descubiertas en 1993 y 2007. En la publicación se catalogan los diversos tipos de espeleotemas que los espeleólogos y geólogos han podido observar en este conjunto de grutas: estalactitas, estalagmitas, helictitas, conulitos, coladas, gours, calcitas flotantes, coraloides...


Estalagmita de Arcoia (sección)
El Instituto de Geología Isidro Parga Pondal, en colaboración con la universidad estadounidense de Georgia, está utilizando estalagmitas extraídas de la cueva de Arcoia en un proyecto de investigación cuyo objetivo es obtener un registro de los climas prehistóricos de las montañas de Galicia. Esa información se consigue
analizando los isótopos de carbono y oxígeno que quedan
encerrados en el interior de estos espeleotemas durante su lento proceso de formación. Con esta técnica se pueden determinar las condiciones de humedad y temperatura que se dieron en la zona hace millares de años. En un primer ensayo se obtuvo una secuencia de datos climáticos que se extiende desde hace 14.000 años —a finales de la última glaciación— hasta la época actual. Ahora se están realizando análisis con un fragmento de estalagmita de mayor tamaño, y por lo tanto mucho más antigua, de los que se espera extraer datos de los últimos 235.000 años. Los investigadores ya identificaron en esta estalagmita las huellas de siete etapas bioclimáticas diferentes.

Los glaciares prehistóricos dejaron muchas otras huellas en la Sierra del Courel, como la laguna de Lucenza, a 1.400 metros de altura.

segunda-feira, 17 de junho de 2013

El primer mamut descubierto en Galicia (1961)

Molar del mamut de Buxán (Foto: Xoán A. Soler - La Voz de Galicia)
En 1961 se descubrieron en una cantera del municipio de O Incio (provincia de Lugo) los primeros restos fósiles de mamut encontrados en Galicia. El hallazgo se produjo de manera fortuita en la localidad de Buxán, durante las tareas de extracción de piedra caliza para una fábrica de cemento de la antigua empresa Cementos del Noroeste, hoy perteneciente a la multinacional portuguesa Cimpor. Los restos aparecieron mezclados con arcilla en el interior de una grieta rocosa. El jefe de cantera Ramón Pedreño se dio cuenta de que debían de pertenecer a alguna especie extinguida de gran tamaño y comunicó el descubrimiento al geólogo Isidro Parga Pondal, accionista de la empresa cementera. Al examinar las piezas, el cientifico constató que se trataba de un conjunto de dientes y fragmentos de hueso de un mamut.

Mammuthus primigenius - Ilustración de Mauricio Antón
Los restos fósiles encontrados en la cantera de Buxán consisten en un molar inferior derecho casi entero de 19,5 centímetros de longitud y 14 de anchura, y un trozo de molar
inferior izquierdo, de 8 centímetros de largo y 18 de anchura. En el lugar también se hallaron dos vértebras fragmentadas, un pedazo de un hueso largo y pequeños trozos de hueso no identificados. En el estudio de estas piezas participó el paleontólogo Emiliano Aguirre, quien años más tarde sería el primer director de las excavaciones del célebre yacimiento paleolítico de Atapuerca. Los investigadores concluyeron que los restos pertenecían a un mamut lanudo (Mammuthus primigenius). Desde entonces no se han descubierto otros vestigios de esta especie en Galicia. El fósil de Buxán sigue siendo el animal de mayor tamaño, de cualquier época, encontrado en el noroeste de la Península Ibérica.

Woolly mammoth: Secrets from the Ice (Documental de la BBC - 2012)
 Los restos del mamut de Buxán se conservan en el Museo de Historia Natural Luis Iglesias, perteneciente a la Universidad de Santiago de Compostela. Su antigüedad exacta se desconoce, ya que hasta ahora no se ha realizado con ellos una datación radiométrica. Pero cabe suponer que data de uno de los periodos más fríos del Pleistoceno. Un estudio publicado por los paleontólogos Diego Álvarez-Lao y Nuria García en la revista Quaternary Science Reviews explica que la presencia de especies como el mamut lanudo, el rinoceronte lanudo y el reno en la Península Ibérica no fue constante, sino que se registra solo en los episodios de frío más intenso de la Edad de Hielo. En esos periodos, los animales adaptados al clima glacial se habrian visto obligados a migrar hacia el sur para sobrevivir, puesto que los mantos de hielo que cubrieron por entonces extensas regiones del centro y del norte de Europa les impedían encontrar pastos. En el sur del continente convivieron con especies como el ciervo, el corzo y el jabalí, más propias de los climas templados.


domingo, 2 de junho de 2013

Cova Eirós, el rastro más profundo del hombre de Neandertal en Galicia

Excavaciones en el yacimiento de Cova Eirós (Foto: GEPN / IPHES)
En el verano boreal de 2008 fue descubierto en el yacimiento paleolítico de Cova Eirós (en el municipio de Triacastela, cerca del Camino de Santiago) el rastro más importante del hombre de Neandertal conocido hasta ahora en Galicia. No es el primer yacimiento del Paleolítico Medio encontrado en el noroeste de la Península Ibérica. Con anterioridad ya se habían localizado algunas industrias líticas de ese periodo en los municipios de Cortegada, Toén y Monforte de Lemos. Pero Cova Eirós ofrece un interés científico mucho mayor que el de estos otros lugares. Es el único yacimiento neandertal gallego situado en una cueva cárstica y contiene no solo un gran número de artefactos líticos de diversas épocas, sino también muchos fósiles de animales y otros vestigios orgánicos, con lo que puede proporcionar abundantes informaciones sobre la evolución tecnológica, los tipos de alimentación y los cambios climáticos y ambientales de la prehistoria remota. Es además el único yacimiento paleolítico del noroeste ibérico que conserva a la vez huellas de las ocupaciones del hombre de Neandertal y del Homo sapiens moderno, lo que permite comparar las estrategias de supervivencia y los modos de vida de estas dos especies humanas en un mismo territorio.

Recreación de los neandertales de Cova Eirós por Xurxo Constela
En las sucesivas excavaciones realizadas desde entonces en la gruta —dentro del proyecto Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño, en el que colaboran investigadores de las universidades de Santiago de Compostela y Tarragona— se han podido datar dos niveles arqueológicos correspondientes a distintas épocas del Paleolítico Medio utilizando la técnica de la termoluminiscencia del cuarzo. Uno de ellos tiene entre 84.000 y 87.000 años. El otro nivel, más profundo, fue datado en 118.000 años, lo que lo sitúa entre los poblamientos neandertales más antiguos registrados en el norte de la península, aun siendo mucho más reciente que el de la cueva de Letzetxiki, en el País Vasco, cuya antigüedad se remonta a unos 300.000 años.

Punta de cuarcita de tipo Levallois (Foto: GEPN / IPHES)
En estos dos niveles arqueológicos se hallaron numerosos artefactos de tecnología musteriense, característica del hombre de Neandertal. Un estudio sobre las industrias del más reciente de estos niveles, publicado en 2011 en la revista Trabajos de Prehistoria, identificó puntas de proyectil usadas como armas de caza y diversas clases de herramientas utilizadas para despiezar animales, cortar y tallar madera y preparar pieles secas para confeccionar vestimentas. 
Las herramientas del nivel más antiguo presentan una factura más tosca y entre ellas hay un número mucho más reducido de piezas fabricadas con las técnicas Levallois y discoidal, las más sofisticadas que produjo el hombre de Neandertal. Los materiales también son de peor calidad, con una menor presencia de cuarcitas de grano fino y más abundancia de piezas gruesas de cuarzo. Según los arqueólogos, esto puede indicar un nivel tecnológico menos desarrollado, pero también podría deberse a que los grupos que fabricaron tales herramientas ocuparon la cueva durante periodos más breves, invirtiendo menos tiempo en buscar materiales de buena calidad y en tallar los útiles líticos. Los pobladores del nivel más reciente, en cambio, habrían vivido en este refugio durante periodos más prolongados, siguiendo una estrategia de supervivencia más planificada y a largo plazo y dedicando más tiempo a la búsqueda de materias primas y a la fabricación de utensilios.

Lasca de cuarzo de Cova Eirós (Foto: Alberto López - La Voz de Galicia)
Un rasgo que diferencia estas industrias de las de otros asentamientos neandertales de la vecina Cordillera Cantábrica es el uso frecuente del cuarzo para elaborar herramientas liticas. En los yacimientos cantábricos es mucho menos habitual hallar piezas fabricadas con esta materia prima, más difícil de tallar que el sílex o la cuarcita, ya que se rompe de una forma más irregular. El uso de este material  indica una adaptación a las condiciones ambientales de la zona, donde el cuarzo abunda, mientras que no se encuentra el sílex de forma natural. Esta peculiaridad técnica también se ha observado en los yacimientos neandertales de Quercy, en el sur de Francia, donde escasea igualmente el sílex y se utilizó a menudo el cuarzo en la fabricación de útiles líticos.
    En los niveles arqueológicos del Paleolítico Medio de Cova Eirós, junto con una gran cantidad de huesos de animales de diversas especies, se han encontrado restos de materias vegetales carbonizadas. Los arqueólogos intentan averiguar actualmente si se trata de rastros de hogueras.

Colgante gravetiense de Cova Eirós (Foto: GEPN / IPHES)
En Cova Eirós se han descubierto también importantes rastros de ocupaciones del Paleolítico Superior. Entre ellos figuran las primeras muestras de industrias de la cultura auriñaciense registradas en Galicia. En las excavaciones de 2009 se encontró el objeto de adorno más antiguo conocido hasta ahora en el noroeste ibérico. Se trata de un colmillo de carnívoro de pequeño tamaño —posiblemente un zorro— tallado y perforado para servir como colgante. Las dataciones por carbono-14 han asignado una antigüedad de 26.000 años a esta pieza, encuadrada en la cultura gravetiense,  al igual que otros artefactos descubiertos en el mismo nivel. Estas son también las primeras industrias de esa etapa cultural halladas en Galicia. La cultura gravetiense se desarrolló durante una de las fases más frías de la última glaciación y la cueva se encuentra a a 780 metros de altura sobre el nivel del mar, cerca del límite de los glaciares que cubrieron en esa época las zonas más altas de las montañas orientales gallegas. El hallazgo sugiere que incluso en ese periodo de frío extremo la región ofreció unas condiciones ambientales soportables para los grupos humanos. La ausencia de yacimientos de esa etapa había hecho suponer a algunos investigadores que el territorio gallego pudo haber quedado por entonces totalmente deshabitado.

Una de las pinturas descubiertas en la galería interior (Foto: GEPN / IPHES)
En agosto de 2012, por otra parte, se dio a conocer el hallazgo en Cova Eirós de las primeras muestras de arte parietal paleolítico descubiertas en Galicia, un conjunto de pinturas y grabados situados en una galería interior de la cueva. Según las estimaciones de los investigadores, algunas de estas manifestaciones artísticas podrían situarse entre los periodos Gravetiense y Solutrense, —con una antigüedad aproximada de entre 25.000 y 20.000 años—, mientras que otras datarían del periodo Magdaleniense y podrían tener entre 15.000 y 10.000 años.

Excavación en la galería exterior (Foto: Alberto López - La Voz de Galicia)
 En conjunto, el yacimiento de Cova Eirós contiene la secuencia más completa de poblamientos paleolíticos de diferentes épocas que se ha podido documentar hasta el momento en el noroeste de la penísula. Los investigadores creen que la gruta puede encerrar también testimonios de épocas anteriores al hombre de Neandertal. Un sondeo con georradar indicó que los sedimentos que forman el suelo de la cavidad tienen una profundidad de cerca de tres metros. Por ahora solo se ha excavado en torno a metro y medio y no se sabe lo que puede haber en los niveles más profundos del subsuelo. En la actualidad está en proceso de producción el primer documental sobre los hallazgos arqueológicos realizados en este yacimiento.

segunda-feira, 27 de maio de 2013

Galaicodytes caurelensis, un testigo de la deriva continental en la Sierra del Courel (Galicia)

Galaicodytes caurelensis

En 1997, el biólogo José María Salgado, catedrático de la Universidad de León, descubrió un insecto de una especie desconocida en la Cova do Eixe, una gruta kárstica de la Sierra del Courel. La nueva especie fue estudiada y clasificada en colaboración con Vicente Ortuño, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en carábidos. El hallazgo fue dado a conocer en 2000 en un trabajo publicado por el European Journal of Entomology. La especie, denominada Galaicodytes caurelensis por sus descubridores, constituye también un nuevo género zoológico.
El Galaicodytes caurelensis es un coleóptero de entre 4,5 y 4,7 milímetros de longitud, desprovisto de ojos y de alas, que se orienta con las antenas y vive la mayor parte del tiempo en las grietas de las rocas. Como la mayoría de los cárabidos, es un predador que se alimenta de insectos vivos.

Poco tiempo antes, el entomólogo alemán Thorsten Assmann había descubierto en la vecina Sierra de Ancares una especie de coleóptero que denominó Galiciotyphlotes weberi, cuya descripción coincide con la del Galaicodytes caurelensis. Se cree que las dos descripciones corresponden a un único insecto. Assman incluye esta especie en la tribu Perigonini, mientras que Salgado y Ortuño la clasificaron en la tribu Platynini. Sin embargo, Assmann utilizó para su caracterización un único ejemplar macho. Salgado y Ortuño estudiaron tres ejemplares, machos y hembras, de modo que su descripción es más completa. Otros especialistas consideran más plausible la pertenencia de la especie a la tribu Platynini, puesto que la distribución geográfica de los Perigonini hace menos probable su presencia de forma natural en la Península Ibérica

Diseño del G. caurelensis por Xan G. Muras
El especial interés científico del Galaicodytes caurelensis reside en su carácter de especie relicta y de testimonio viviente de las antiguas condiciones biogeográficas. Es la única especie cavernícola conocida de la tribu Platynini en la región paleártica occidental. Las demás especies de esta tribu que viven en el subsuelo fueron descritas en áreas geográficas muy distantes: Japón, Taiwán, Papúa-Nueva Guinea, Hawái, sur de Estados Unidos, México, Guatemala y Venezuela. Según Salgado y Ortuño, el Galaicodytes caurelensis presenta más afinidades morfológicas con las especies norteamericanas de esa tribu —concretamente, las que pertenecen a los géneros Rhadine y Tanystoma— que con las especies de América del Sur y del Pacífico. A su parecer, la especie ibérica y sus parientes lejanos de la región neártica proceden de un ancestro común que se extendió durante el Cretácico Inferior por los actuales territorios de América del Norte y Europa. La presencia de este insecto en las montañas de Galicia, por lo tanto, sería una prueba más de la deriva continental, indicando la existencia de una relación biológica directa entre América del Norte y Europa en tiempos remotos. De acuerdo con esta hipótesis, otras especies del mismo grupo que posiblemente vivieron en el actual territorio europeo se extinguieron a causa de los cambios climáticos de finales del Cenozoico y del Pleistoceno.

   El diseñador gráfico y fotógrafo Xan G. Muras creó un logotipo inspirado en esta rara especie para ser utilizado como símbolo del patrimonio natural de la Sierra del Courel, uno de los territorios de mayor biodiversidad de Galicia. Este emblema es comercializado en camisetas estampadas

  

domingo, 26 de maio de 2013

El dolio: un olvidado instrumento musical románico en la Ribeira Sacra (Galicia)

Canecillo de la iglesia de Atán (Foto : Alberto López)

La iglesia de Santo Estevo de Atán, en el municipio de Pantón, forma parte del vasto patrimonio románico de la Ribeira Sacra. Perteneció a un monasterio desaparecido que ya es mencionado en fuentes documentales del siglo IX. Uno de estos documentos, fechado en el año 816, contiene la más antigua referencia conocida sobre la viticultura en la región. El edificio ha sufrido numerosas reformas y alteraciones, y  de la vieja fábrica románica solo quedan la portadada y un conjunto de canecillos esculpidos. También conserva algunos elementos de origen prerrománico. En la fachada sur de la iglesia llama la atención una peculiar figura labrada en un canecillo, una cabeza humana que parece estar sorbiendo vino de un barril. Esculturas muy similares a ésta se pueden ver en numerosas iglesias románicas del norte de la Península Ibérica. Estas figuras fueron denominados bebedores o borrachos e interpretadas como sátiras de la embriaguez y la gula. Sin embargo, según un estudio reciente, estas esculturas tienen ninguna intención moralizante. Son representaciones reales de un antiguo instrumento musical, un tipo de aerófono que dejó muy pocas huellas históricas.


Dolio de Oloritz (Foto: Romanicoaragones.com)
El instrumento, totalmente desconocido hasta hace pocos años, fue identificado por el historiador y musicólogo Faustino Porras Robles, especialista en representaciones musicales en el arte románico, quien en 2007 publicó un trabajo sobre este asunto en la Revista de Folklore que edita la Fundación Joaquín Díaz. Porras Robles dio a este instrumento, cuya denominación original se desconoce, el nombre  de dolio (del latín dolium o tonel). El investigador descarta la posibilidad de que los objetos representados en estas esculturas sean cubas de vino y señala en que en todos los casos aparecen situados por debajo de la figura humana. «Si se tratase de una imagen cargada de contenido simbólico y finalidad moralizante, el tonel se situaría sobre la espalda del personaje para presentarlo como la pesada carga que debe soportar aquel que no controla sus debilidades», apunta. Por otro lado, indica que este «tonel» presenta a menudo una hechura cilíndrica, pero en otros casos tiene forma de elipse o de prisma, y por otra parte siempre aparece representado con un gran pico —por donde supuestamente «bebe» el personaje— que no desempeñaría ninguna función en un tonel real. Estas figuras, además, aparecen en algunos lugares acompañadas de otras que sin duda representan músicos y bailarines.
 
Interior de la iglesia de Atán (Foto: Carlos Rueda)
Las representaciones iconográficas del dolio están diseminadas por todo el norte de la Península. En su trabajo de 2007, Faustino Porras Robles menciona las iglesias de Monasterio de Rodilla, Miñón, Escalada, Moarves de Ojeda (Castilla y León), San Román de Lousada, Santa Mariña de Esposende, Santo Tomé de Serantes, Santiago de Bembrive, San Martiño de Moaña, San Pedro de Rebón, la parroquia de Santiago en la ciudad de A Coruña y la catedral de Lugo (Galicia). En un nuevo artículo publicado en febrero de 2013 amplía la lista, indicando también la presencia del instrumento en esculturas medievales de El Pla de Santa Maria (Cataluña), Artze, Oloritz, Vadoluengo (Navarra), Canales de la Sierra (La Rioja), Los Barrios de la Bureba, Navas de Bureba, Tablada de Villadiego, Vallejo de Mena, Villamayor de Treviño, Ventosilla (Castilla y León), Santo Estevo de Atán y Santiago de Compostela (Galicia).

Organistrum (Wikimedia Commons)

Basándose en la cronología de las representaciones plásticas del dolio, Porras Robles considera que el instrumento fue usado sobre todo en la segunda mitad del siglo XII, aunque parece haber pervivido hasta la Baja Edad Media. El ejemplo más tardío que se conoce es una escultura de la Casa Gótica de Santiago de Compostela, del siglo XIV. El investigador hace también una estimación acerca del posible tamaño de esos instrumentos, calculando que podrían medir entre 45 y 50 centímetros los de mayor volumen (los más comunes) y en torno a 30 centímetros los más pequeños. Analizando la iconografia, supone que era un aerófono de tono grave y poca variedad sonora,
cuya función sería la de enriquecer las melodías ejecutadas con otros instrumentos, contribuyendo al desarrollo de la polifonía que estaba en auge en ese periodo histórico. En la mayoría de los casos, el dolio aparece integrado en escenas juglarescas, con outros músicos que tocan instrumentos de cuerda y viento, con bailarinas, animales amaestrados y contorsionistas, por lo que cabe inferir que fue utilizado principalmente en contextos populares. La causa probable de la desaparición del dolio —añade el autor del estudio— sería el desarrollo de otros instrumentos de técnica más evolucionada y con posibilidades protopolifónicas como la gaita, la alboka o el organistrum (predecesor de la zanfoña), que harían innecesario su uso. 

segunda-feira, 29 de abril de 2013

Fósiles de la Era Paleozoica en las ruinas del castillo de Carbedo (Sierra del Courel, Galicia)

Ruinas del castillo de Carbedo (Foto Roi Fernández)
Las ruinas del legendario castillo de Carbedo son desde siempre uno de los parajes más emblemáticos y populares de la Sierra del Courel, en el límite oriental de Galicia. Mucho menos conocido es el hecho de que al pie de la vieja fortaleza —construida en un momento impreciso de la Baja Edad Media— se conservan testimonios de épocas incomparablemente más antiguas. Las rocas en las que se asienta el castillo contienen fósiles de pequeños animales que vivieron en el Cámbrico Inferior, hace entre 530 y 515 millones de años. 
  
Rastros de arqueociatos junto a una antigua moneda de 100 pesetas
  El descubrimiento de estos fósiles no es nuevo, pero es prácticamente desconocido fuera de los círculos científicos. El yacimiento fue dado a conocer en un estudio de los geólogos Thilo Bechstädt y A. Russo publicado en la Revista de la Sociedad Geológica de España en 1994. El castillo de Carbedo es mencionado erróneamente en este estudio como Carredo. No es este el único lugar de la sierra donde los investigadores encontraron rastros biológicos de esa etapa del Paleozoico. El trabajo de Bechstädt y Russo presenta los resultados de una investigación realizada en la zona situada entre las localidades de Visuña y Pedrafita do Courel, donde aflora la llamada Formación Vegadeo, un vasto conjunto de rocas calizas y dolomíticas que fue identificado por primera vez por el geólogo francés Charles Barrois en el siglo XIX. Los autores del estudio también encontraron fósiles del mismo tipo cerca de los pueblos de Moreda y Visuña.

Algunos tipos de arqueociatos (Wikimedia Commons)
Los fósiles hallados en estos lugares no son muy reconocibles a simpe vista, ya que no poseen conchas, pinzas u otras estructuras que permitan distinguirlos con facilidad. Una parte de ellos son arqueociatos, unos pequeños animales de forma cónica o cilindro-cónica y de varios centímetros de longitud que algunos científicos incluyen en la familia de los poríferos o esponjas, mientras que para otros constituían un grupo separado. Estas criaturas estaban presentes en gran parte del planeta y sus fósiles se han podido localizar en todos los continentes. Pese a esta propagación, ya estaban extinguidos en el Cámbrico Medio, entre diez y quince millones de años después de haber aparecido.
    Los demás fósiles del yacimiento pertenecen al grupo de los calcimicrobios, unos organismos microscópicos que se asociaban en grandes colonias, formando los arrecifes coralinos más antiguos que se conocen. Al igual que ocurre en la Sierra del Courel, los arqueociatos y los calcimicrobios aparecen normalmente asociados en los yacimientos de fósiles de esa época. Todo indica que estos organismos vivían en plataformas de aguas someras —charcas o lagunas— situadas en los bordes continentales. Los arqueociatos son de especial interés para los científicos porque experimentaron importantes transformaciones evolutivas —lo que ayuda a reconocer las diferentes etapas bioclimáticas que se sucedieron durante ese periodo geológico— y sus fósiles son muy útiles para determinar dónde se encontraban los límites de los antiguos continentes y mares. Su presencia en el castillo de Carbedo indica que aunque este lugar se halla ahora a 930 metros de altura sobre el nivel del mar, las rocas en las que se levanta se formaron a orillas del océano. Durante el Cámbrico Inferior, gran parte de las tierras emergidas se agrupaban en el supercontinente Gondwana. Lo que es ahora la Sierra del Courel se encontraba en el límite norte de esta antigua masa continental.
   
Sinclinal del Courel (Foto Alberto López)
 Los fósiles de Carbedo pertenecen a una época mucho más antigua que la que vio nacer el monumento geológico más conocido y espectacular de la Sierra del Courel, el gran sinclinal de Campodola-Leixazós. Esta estructura se configuró durante el Carbonífero, entre hace 324 y 305 millones de años. Las cuarcitas y pizarras que lo conforman datan del Ordovícico (488-468 millones de años). En las primeras etapas del Cámbrico, el periodo que precedió al Ordovícico, se produjo lo que se conoce como gran explosión biológica, es decir, la rápida aparición —en términos de tiempo geológico— de una enorme cantidad de organismos multicelulares complejos. Todavía no se ha encontrado una explicación unitaria a esta multiplicación de especies, que cambió la historia de la evolución.


Irish folk tales in Galician translation


Tris Tram, a small publishing house based in Lugo (Galicia) had published in 1999 Contos populares irlandeses (Irish Folk Tales), an edition in Galician of the traditional stories compiled in 1892 by Joseph Jacobs in his book Celtic Fairy Tales
 Jacobs's book contains 26 tales collected by various folklorists among the Gaelic-speaking populations of  Ireland and Scotland. The book edited by Tris Tram contains fourteen tales of Irish origin: Connla and the Fairy Maiden [Connla e a fada], Guleesh, The Field of Boliauns [A leira dos nabos], The Horned Women [As mulleres dos cornos], Hudden and Dudden and Donald O'Neary [Hudden, Dudden e Donald O'Neary], The Story of Deirdre [A historia de Deirdre], Munachar and Manachar [Munachar e Manachar], King O'Toole and his Goose [O rei O'Toole e o seu ganso], Jack and his Comrades [Jack e o seus camaradas], The Shee An Gannon and the Gruagach Gaire [Shee An Gannon e Gruagach Gaire], A Legend of Knockmany [Unha lenda de Knockmany], Fair, Brown, and Trembling [Bela, parda e tremente], Jack ans his Master [Jack e o seu amo] and The Story-Teller at Fault [O contador de historias ao que non se lle ocorría nada].  

Tris Tram had also published in 1996 the book Contos celtas (Celtic Tales),  an anthology of folk tales of Ireland, Scotland, Wales, Isle of Man, Isle of Wight and Brittany. This volume includes the Irish stories Fior Usga and The Spirit Horse [O cabalo encantado] by Thomas Crofton Croker (from Fairy Legends and Traditions of the South of Ireland, 1825-27), and The Soul Cages [As gaiolas de almas] by Thomas Keightley (from The Fairy Mythology, 1850-1870).


Contos populares irlandeses. Joseph Jacobs. Translated by Equipo Tris Tram (Editorial Tris Tram, Lugo 1999. ISBN: 84-89377-22-7)
Contos celtas. VV.AA. Translated by Equipo Tris Tram (Editorial Tris Tram, Lugo 1996. ISBN: 84-89377-03-0)

domingo, 28 de abril de 2013

Una guía de las aves de la Sierra del Courel (Galicia)


Roquero rojo (Monticola saxatilis)



En 2004, la editorial Lynx Edicions publicó la primera guia ornitológica de la Sierra del Courel, uno de los territorios de mayor biodiversidad de Galicia. La obra se basa en investigaciones realizadas por científicos de las universidades gallegas a lo largo de varias décadas y cataloga 114 especies de aves en un territorio de dimensiones relativamente pequeñas. La Sierra del Courel abarca una superficie de 21.020 hectáreas que se extiende principalmente por los municipios de Folgoso do Courel, Quiroga, Pedrafita do Cebreiro y Samos. Sin embargo, la guía se ocupa básicamente del primero de ellos, con una extensión de 68,16 kilómetros cuadrados. Este limitado espacio geográfico acoge una avifauna sumamente variada que comprende algunas especies poco comunes.




Sylvia communis
Motacilla cinerea

Las aves de la Sierra del Courel viven en nueve tipos principales de hábitat: 1) Ríos y orillas 2) Roquedos 3) Aldeas y cultivos 4) Soutos (bosques de castaños) 5) Devesas (nombre local de un tipo característico de bosque de montaña donde conviven diversas especies de árboles) 6) Brezales 7) Reboleiras (bosques de rebolo o Quercus pyrenaica) 8) Encinares y espinales 9) Pinares

Arcea, becada o chocha perdiz (Scolopax rusticola)
En el territorio del Courel, que representa solo un 0,8% de la superficie total de Galicia, está presente la mayor parte de las aves gallegas, exceptuando las especies marinas y las propias de los humedales. Entre ellas figuran varias especies en peligro de extinción, como el búho real (Bubo bubo), el águila real (Aquila chrysaetos) y la perdiz pardilla (Perdix perdix), denominada charrela en Galicia.


El libro, de 150 páginas, contiene fichas descriptivas de todas las especies de aves catalogadas en la Sierra del Courel, con nomenclaturas en español, gallego e inglés y una serie de ilustraciones a la acuarela. La obra describe también seis itinerarios a pie por las zonas más apropiadas para la observación de aves. 



El título original de la obra es Guía de las aves de O Caurel. La grafía oficial del topónimo es Courel, pero la forma alternativa Caurel (hoy más usual en la lengua hablada) está también documentada desde hace mucho tiempo.