Ruinas del castillo de Carbedo (Foto Roi Fernández) |
Las ruinas del legendario castillo de Carbedo son desde siempre uno de los parajes más emblemáticos y populares de la Sierra del Courel, en el límite oriental de Galicia. Mucho menos conocido es el hecho de que al pie de la vieja fortaleza —construida en un momento impreciso de la Baja Edad Media— se conservan testimonios de épocas incomparablemente más antiguas. Las rocas en las que se asienta el castillo contienen fósiles de pequeños animales que vivieron en el Cámbrico Inferior, hace entre 530 y 515 millones de años.
Rastros de arqueociatos junto a una antigua moneda de 100 pesetas |
El descubrimiento de estos fósiles no es nuevo, pero es prácticamente desconocido fuera de los círculos científicos. El yacimiento fue dado a conocer en un estudio de los geólogos Thilo Bechstädt y A. Russo publicado en la Revista de la Sociedad Geológica de España en 1994. El castillo de Carbedo es mencionado erróneamente en este estudio como Carredo. No es este el único lugar de la sierra donde los investigadores encontraron rastros biológicos de esa etapa del Paleozoico. El trabajo de Bechstädt y Russo presenta los resultados de una investigación realizada en la zona situada entre las localidades de Visuña y Pedrafita do Courel, donde aflora la llamada Formación Vegadeo, un vasto conjunto de rocas calizas y dolomíticas que fue identificado por primera vez por el geólogo francés Charles Barrois en el siglo XIX. Los autores del estudio también encontraron fósiles del mismo tipo cerca de los pueblos de Moreda y Visuña.
Algunos tipos de arqueociatos (Wikimedia Commons) |
Los fósiles hallados en estos lugares no son muy reconocibles a simpe vista, ya que no poseen conchas, pinzas u otras estructuras que permitan distinguirlos con facilidad. Una parte de ellos son arqueociatos, unos pequeños animales de forma cónica o cilindro-cónica y de varios centímetros de longitud que algunos científicos incluyen en la familia de los poríferos o esponjas, mientras que para otros constituían un grupo separado. Estas criaturas estaban presentes en gran parte del planeta y sus fósiles se han podido localizar en todos los continentes. Pese a esta propagación, ya estaban extinguidos en el Cámbrico Medio, entre diez y quince millones de años después de haber aparecido.
Los demás fósiles del yacimiento pertenecen al grupo de los calcimicrobios, unos organismos microscópicos que se asociaban en grandes colonias, formando los arrecifes coralinos más antiguos que se conocen. Al igual que ocurre en la Sierra del Courel, los arqueociatos y los calcimicrobios aparecen normalmente asociados en los yacimientos de fósiles de esa época. Todo indica que estos organismos vivían en plataformas de aguas someras —charcas o lagunas— situadas en los bordes continentales. Los arqueociatos son de especial interés para los científicos porque experimentaron importantes transformaciones evolutivas —lo que ayuda a reconocer las diferentes etapas bioclimáticas que se sucedieron durante ese periodo geológico— y sus fósiles son muy útiles para determinar dónde se encontraban los límites de los antiguos continentes y mares. Su presencia en el castillo de Carbedo indica que aunque este lugar se halla ahora a 930 metros de altura sobre el nivel del mar, las rocas en las que se levanta se formaron a orillas del océano. Durante el Cámbrico Inferior, gran parte de las tierras emergidas se agrupaban en el supercontinente Gondwana. Lo que es ahora la Sierra del Courel se encontraba en el límite norte de esta antigua masa continental.
Sinclinal del Courel (Foto Alberto López) |
Los fósiles de Carbedo pertenecen a una época mucho más antigua que la que vio nacer el monumento geológico más conocido y espectacular de la Sierra del Courel, el gran sinclinal de Campodola-Leixazós. Esta estructura se configuró durante el Carbonífero, entre hace 324 y 305 millones de años. Las cuarcitas y pizarras que lo conforman datan del Ordovícico (488-468 millones de años). En las primeras etapas del Cámbrico, el periodo que precedió al Ordovícico, se produjo lo que se conoce como gran explosión biológica, es decir, la rápida aparición —en términos de tiempo geológico— de una enorme cantidad de organismos multicelulares complejos. Todavía no se ha encontrado una explicación unitaria a esta multiplicación de especies, que cambió la historia de la evolución.