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quinta-feira, 27 de junho de 2013

Baltasar Merino, un botánico en los bosques de Galicia

Baltasar Merino (1845 - 1917)
Natural de Lerma (provincia de Burgos, España), el sacerdote jesuita Baltasar Merino pasó una gran parte de su vida en Galicia, donde desarrolló una intensa labor en diversos campos científicos. Ingresó en la Compañía de Jesús a los quince años. Al terminar sus estudios de filosofía, fue enviado a La Habana, donde enseñó retórica durante tres años. Vivió después en Baltimore (Maryland, Estados Unidos), donde estudió teología. Tras su ordenación fue destinado al seminario de Puerto Rico, pero sus problemas de salud le impidieron seguir viviendo en la región antillana. Fue trasladado entonces a un colegio de la villa de A Guarda (provincia de Pontevedra), donde residiría hasta su muerte. Allí se dedicó a enseñar química, física, meteorología y botánica. En estas dos últimas disciplinas científicas realizó importantes contribuciones como investigador.
 


Una página de la Flora descriptiva e ilustrada de Galicia, de Baltasar Merino

Merino es recordado principalmente por sus investigaciones en el campo de la botánica. Durante años recorrió sistemáticamente el territorio gallego para identificar y clasificar numerosas especies vegetales, muchas de las cuales fueron catalogadas por primera vez por él en esta zona geográfica. Entre 1905 y 1909 fue editada en tres volúmenes su obra más importante, Flora descriptiva e ilustrada de Galicia. El Real Jardín Botánico de Madrid ha publicado una edición digital íntegra de este extenso trabajo. La misma institución recuperó otros estudios de Merino sobre la flora gallega: Algunas plantas raras que crecen espontáneamente en las cercanías de La Guardia (1895), Contribución a la flora de Galicia (1897-1904) y Adiciones a la flora de Galicia (1917).
 
Devesa da Rogueira (Foto: Descubrelugo.com)

Entre los méritos científicos de Baltasar Merino figura el hecho de haber sido el primer investigador que puso de manifiesto el excepcional valor del bosque de la Devesa da Rogueira, en la Sierra del Courel, hoy considerado como uno de los más importantes santuarios de la biodiversidad de Galicia. En este espacio de solo doscientas hectáreas de extensión, en las faldas del monte Formigueiros (de 1.643 metros de altura), conviven centenares de especies vegetales, entre las que figuran muchas variedades que rara vez se encuentran en el noroeste de la Península Ibérica. Merino la describió como «aquella selva que, contando siglos de vida, conservaba como nuevas las galas de su primera edad». En 2010, la Universidad de Santiago de Compostela creó en las cercanías de este bosque la Estación Científica del Courel. Sorprendentemente, pese a su carácter único, el gobierno autónomo de Galicia nunca ha mostrado el menor interés por la conservación y protección de este espacio natural.

quarta-feira, 19 de junho de 2013

Grutas de la cota glaciar de la Sierra del Courel (Galicia)

Exploración de la cueva de A Tara
En 2009, el club espeleológico Maúxo, radicado en Vigo, y el Instituto de Geología Isidro Parga Pondal, de la Universidad de A Coruña, editaron el folleto As grandes covas do Courel, que recoge investigaciones realizadas durante cuatro años en diversas grutas kársticas de esta sierra del este de Galicia, caracterizada por una gran diversidad geológica y biológica. La publicación describe las principales características de cuatro cavernas: Arcoia, Pena Paleira, Río Pérez y A Tara. Todas ellas están situadas en el límite de los glaciares que existieron durante el Pleistoceno en las zonas más altas de la sierra.

Formaciones calizas en la cueva de Arcoia
 El estudio científico de estas cavidades, cuya formación está asociada a los procesos de drenaje de las antiguas masas de hielo, comenzó en tiempos muy recientes. Algunas de ellas fueron descubiertas en 1993 y 2007. En la publicación se catalogan los diversos tipos de espeleotemas que los espeleólogos y geólogos han podido observar en este conjunto de grutas: estalactitas, estalagmitas, helictitas, conulitos, coladas, gours, calcitas flotantes, coraloides...


Estalagmita de Arcoia (sección)
El Instituto de Geología Isidro Parga Pondal, en colaboración con la universidad estadounidense de Georgia, está utilizando estalagmitas extraídas de la cueva de Arcoia en un proyecto de investigación cuyo objetivo es obtener un registro de los climas prehistóricos de las montañas de Galicia. Esa información se consigue
analizando los isótopos de carbono y oxígeno que quedan
encerrados en el interior de estos espeleotemas durante su lento proceso de formación. Con esta técnica se pueden determinar las condiciones de humedad y temperatura que se dieron en la zona hace millares de años. En un primer ensayo se obtuvo una secuencia de datos climáticos que se extiende desde hace 14.000 años —a finales de la última glaciación— hasta la época actual. Ahora se están realizando análisis con un fragmento de estalagmita de mayor tamaño, y por lo tanto mucho más antigua, de los que se espera extraer datos de los últimos 235.000 años. Los investigadores ya identificaron en esta estalagmita las huellas de siete etapas bioclimáticas diferentes.

Los glaciares prehistóricos dejaron muchas otras huellas en la Sierra del Courel, como la laguna de Lucenza, a 1.400 metros de altura.

segunda-feira, 27 de maio de 2013

Galaicodytes caurelensis, un testigo de la deriva continental en la Sierra del Courel (Galicia)

Galaicodytes caurelensis

En 1997, el biólogo José María Salgado, catedrático de la Universidad de León, descubrió un insecto de una especie desconocida en la Cova do Eixe, una gruta kárstica de la Sierra del Courel. La nueva especie fue estudiada y clasificada en colaboración con Vicente Ortuño, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en carábidos. El hallazgo fue dado a conocer en 2000 en un trabajo publicado por el European Journal of Entomology. La especie, denominada Galaicodytes caurelensis por sus descubridores, constituye también un nuevo género zoológico.
El Galaicodytes caurelensis es un coleóptero de entre 4,5 y 4,7 milímetros de longitud, desprovisto de ojos y de alas, que se orienta con las antenas y vive la mayor parte del tiempo en las grietas de las rocas. Como la mayoría de los cárabidos, es un predador que se alimenta de insectos vivos.

Poco tiempo antes, el entomólogo alemán Thorsten Assmann había descubierto en la vecina Sierra de Ancares una especie de coleóptero que denominó Galiciotyphlotes weberi, cuya descripción coincide con la del Galaicodytes caurelensis. Se cree que las dos descripciones corresponden a un único insecto. Assman incluye esta especie en la tribu Perigonini, mientras que Salgado y Ortuño la clasificaron en la tribu Platynini. Sin embargo, Assmann utilizó para su caracterización un único ejemplar macho. Salgado y Ortuño estudiaron tres ejemplares, machos y hembras, de modo que su descripción es más completa. Otros especialistas consideran más plausible la pertenencia de la especie a la tribu Platynini, puesto que la distribución geográfica de los Perigonini hace menos probable su presencia de forma natural en la Península Ibérica

Diseño del G. caurelensis por Xan G. Muras
El especial interés científico del Galaicodytes caurelensis reside en su carácter de especie relicta y de testimonio viviente de las antiguas condiciones biogeográficas. Es la única especie cavernícola conocida de la tribu Platynini en la región paleártica occidental. Las demás especies de esta tribu que viven en el subsuelo fueron descritas en áreas geográficas muy distantes: Japón, Taiwán, Papúa-Nueva Guinea, Hawái, sur de Estados Unidos, México, Guatemala y Venezuela. Según Salgado y Ortuño, el Galaicodytes caurelensis presenta más afinidades morfológicas con las especies norteamericanas de esa tribu —concretamente, las que pertenecen a los géneros Rhadine y Tanystoma— que con las especies de América del Sur y del Pacífico. A su parecer, la especie ibérica y sus parientes lejanos de la región neártica proceden de un ancestro común que se extendió durante el Cretácico Inferior por los actuales territorios de América del Norte y Europa. La presencia de este insecto en las montañas de Galicia, por lo tanto, sería una prueba más de la deriva continental, indicando la existencia de una relación biológica directa entre América del Norte y Europa en tiempos remotos. De acuerdo con esta hipótesis, otras especies del mismo grupo que posiblemente vivieron en el actual territorio europeo se extinguieron a causa de los cambios climáticos de finales del Cenozoico y del Pleistoceno.

   El diseñador gráfico y fotógrafo Xan G. Muras creó un logotipo inspirado en esta rara especie para ser utilizado como símbolo del patrimonio natural de la Sierra del Courel, uno de los territorios de mayor biodiversidad de Galicia. Este emblema es comercializado en camisetas estampadas

  

segunda-feira, 29 de abril de 2013

Fósiles de la Era Paleozoica en las ruinas del castillo de Carbedo (Sierra del Courel, Galicia)

Ruinas del castillo de Carbedo (Foto Roi Fernández)
Las ruinas del legendario castillo de Carbedo son desde siempre uno de los parajes más emblemáticos y populares de la Sierra del Courel, en el límite oriental de Galicia. Mucho menos conocido es el hecho de que al pie de la vieja fortaleza —construida en un momento impreciso de la Baja Edad Media— se conservan testimonios de épocas incomparablemente más antiguas. Las rocas en las que se asienta el castillo contienen fósiles de pequeños animales que vivieron en el Cámbrico Inferior, hace entre 530 y 515 millones de años. 
  
Rastros de arqueociatos junto a una antigua moneda de 100 pesetas
  El descubrimiento de estos fósiles no es nuevo, pero es prácticamente desconocido fuera de los círculos científicos. El yacimiento fue dado a conocer en un estudio de los geólogos Thilo Bechstädt y A. Russo publicado en la Revista de la Sociedad Geológica de España en 1994. El castillo de Carbedo es mencionado erróneamente en este estudio como Carredo. No es este el único lugar de la sierra donde los investigadores encontraron rastros biológicos de esa etapa del Paleozoico. El trabajo de Bechstädt y Russo presenta los resultados de una investigación realizada en la zona situada entre las localidades de Visuña y Pedrafita do Courel, donde aflora la llamada Formación Vegadeo, un vasto conjunto de rocas calizas y dolomíticas que fue identificado por primera vez por el geólogo francés Charles Barrois en el siglo XIX. Los autores del estudio también encontraron fósiles del mismo tipo cerca de los pueblos de Moreda y Visuña.

Algunos tipos de arqueociatos (Wikimedia Commons)
Los fósiles hallados en estos lugares no son muy reconocibles a simpe vista, ya que no poseen conchas, pinzas u otras estructuras que permitan distinguirlos con facilidad. Una parte de ellos son arqueociatos, unos pequeños animales de forma cónica o cilindro-cónica y de varios centímetros de longitud que algunos científicos incluyen en la familia de los poríferos o esponjas, mientras que para otros constituían un grupo separado. Estas criaturas estaban presentes en gran parte del planeta y sus fósiles se han podido localizar en todos los continentes. Pese a esta propagación, ya estaban extinguidos en el Cámbrico Medio, entre diez y quince millones de años después de haber aparecido.
    Los demás fósiles del yacimiento pertenecen al grupo de los calcimicrobios, unos organismos microscópicos que se asociaban en grandes colonias, formando los arrecifes coralinos más antiguos que se conocen. Al igual que ocurre en la Sierra del Courel, los arqueociatos y los calcimicrobios aparecen normalmente asociados en los yacimientos de fósiles de esa época. Todo indica que estos organismos vivían en plataformas de aguas someras —charcas o lagunas— situadas en los bordes continentales. Los arqueociatos son de especial interés para los científicos porque experimentaron importantes transformaciones evolutivas —lo que ayuda a reconocer las diferentes etapas bioclimáticas que se sucedieron durante ese periodo geológico— y sus fósiles son muy útiles para determinar dónde se encontraban los límites de los antiguos continentes y mares. Su presencia en el castillo de Carbedo indica que aunque este lugar se halla ahora a 930 metros de altura sobre el nivel del mar, las rocas en las que se levanta se formaron a orillas del océano. Durante el Cámbrico Inferior, gran parte de las tierras emergidas se agrupaban en el supercontinente Gondwana. Lo que es ahora la Sierra del Courel se encontraba en el límite norte de esta antigua masa continental.
   
Sinclinal del Courel (Foto Alberto López)
 Los fósiles de Carbedo pertenecen a una época mucho más antigua que la que vio nacer el monumento geológico más conocido y espectacular de la Sierra del Courel, el gran sinclinal de Campodola-Leixazós. Esta estructura se configuró durante el Carbonífero, entre hace 324 y 305 millones de años. Las cuarcitas y pizarras que lo conforman datan del Ordovícico (488-468 millones de años). En las primeras etapas del Cámbrico, el periodo que precedió al Ordovícico, se produjo lo que se conoce como gran explosión biológica, es decir, la rápida aparición —en términos de tiempo geológico— de una enorme cantidad de organismos multicelulares complejos. Todavía no se ha encontrado una explicación unitaria a esta multiplicación de especies, que cambió la historia de la evolución.


domingo, 28 de abril de 2013

Una guía de las aves de la Sierra del Courel (Galicia)


Roquero rojo (Monticola saxatilis)



En 2004, la editorial Lynx Edicions publicó la primera guia ornitológica de la Sierra del Courel, uno de los territorios de mayor biodiversidad de Galicia. La obra se basa en investigaciones realizadas por científicos de las universidades gallegas a lo largo de varias décadas y cataloga 114 especies de aves en un territorio de dimensiones relativamente pequeñas. La Sierra del Courel abarca una superficie de 21.020 hectáreas que se extiende principalmente por los municipios de Folgoso do Courel, Quiroga, Pedrafita do Cebreiro y Samos. Sin embargo, la guía se ocupa básicamente del primero de ellos, con una extensión de 68,16 kilómetros cuadrados. Este limitado espacio geográfico acoge una avifauna sumamente variada que comprende algunas especies poco comunes.




Sylvia communis
Motacilla cinerea

Las aves de la Sierra del Courel viven en nueve tipos principales de hábitat: 1) Ríos y orillas 2) Roquedos 3) Aldeas y cultivos 4) Soutos (bosques de castaños) 5) Devesas (nombre local de un tipo característico de bosque de montaña donde conviven diversas especies de árboles) 6) Brezales 7) Reboleiras (bosques de rebolo o Quercus pyrenaica) 8) Encinares y espinales 9) Pinares

Arcea, becada o chocha perdiz (Scolopax rusticola)
En el territorio del Courel, que representa solo un 0,8% de la superficie total de Galicia, está presente la mayor parte de las aves gallegas, exceptuando las especies marinas y las propias de los humedales. Entre ellas figuran varias especies en peligro de extinción, como el búho real (Bubo bubo), el águila real (Aquila chrysaetos) y la perdiz pardilla (Perdix perdix), denominada charrela en Galicia.


El libro, de 150 páginas, contiene fichas descriptivas de todas las especies de aves catalogadas en la Sierra del Courel, con nomenclaturas en español, gallego e inglés y una serie de ilustraciones a la acuarela. La obra describe también seis itinerarios a pie por las zonas más apropiadas para la observación de aves. 



El título original de la obra es Guía de las aves de O Caurel. La grafía oficial del topónimo es Courel, pero la forma alternativa Caurel (hoy más usual en la lengua hablada) está también documentada desde hace mucho tiempo.

sábado, 30 de março de 2013

Sinclinal de la sierra del Courel, un monumento geológico de 305 milllones de años en Galicia


El sinclinal visto desde la carretera Quiroga-Folgoso (Foto Alberto López)
La sierra del Courel, uno de los espacios naturales más importantes de Galicia (aunque con graves problemas de conservación), posee un patrimonio geológico de excepcional interés. En este territorio montañoso de poco más de 21.000 hectáreas de extensión, situado en las sierras orientales de Galicia, se concentra la tercera parte de los parajes gallegos incluidos en la lista Global Geosites, un inventario de lugares geológicos de relevancia mundial elaborado por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas. Dentro de este patrimonio ocupa un lugar destacado el sinclinal del Courel, también llamado sinclinal de Campodola-Leixazós.

La sierra del Courel en el mapa de Domingo Fontán (1845)
  El sinclinal del Courel figura entre los grandes monumentos geológicos de la Península Ibérica, pero no fue reconocido como tal hasta tiempos recientes. En 1983, el Instituto Geológico y Minero de España promovió su clasificación como punto de interés geológico internacional y en mayo de 2012  la Xunta de Galicia lo declaró monumento natural. Constituye un ejemplo típico de lo que se conoce como sinclinal tumbado o inclinado, un plegamiento cuya parte cóncava estuvo inicialmente orientada hacia arriba pero que por efecto de las fuerzas tectónicas se fue inclinando hasta adoptar una posición más o menos horizontal.   

Vista del pliegue en el mirador de Campodola (Foto Alberto López)
 La estructura geológica aflora entre los kilómetros 7 y 28 de la carretera LU-651, desde el norte de la villa de Quiroga hasta la aldea de Ferreirós de Abaixo, en el municipio de Folgoso do Courel. La sección más espectacular del plegamiento se encuentra a la altura del kilómetro 9 de esta carretera, en el valle del río Ferreiriño (en territorio del municipio de Quiroga), dominando las aldeas de Campodola y Leixazós. En ese lugar se halla la charnela, el punto de máxima curvatura del pliegue. Los flancos o mitades paralelas de la estructura se extienden hacia el norte a lo largo de entre diez y doce kilómetros. La erosión cortó longitudinalmente el cordal montañoso en esta zona y dejó al descubierto la estructura interna del sinclinal, que puede distinguirse aquí con una precisión poco común.
 
Sinclinal del Courel y anticlinal del Piornal (Universidad de Oviedo)
 Por encima de esta formación existió otro plegamiento de similar tamaño, orientado en dirección inversa: el anticlinal del Piornal, cuyo flanco superior fue arrasado casi completamente por la erosión, pero del que quedan huellas al sur de este paraje, en la comarca de Valdeorras. En realidad, el sinclinal del Courel es solo la porción  más visible de una gran estructura de más de cien kilómetros de longitud que se extiende hasta más al este del Alto del Morredero, en los Montes Aquilanos (en la provincia de León, fuera de Galicia).
   
Historia geológica de Galicia (Museo de Geología de Quiroga)
 Una larga investigación realizada en tiempos recientes por geólogos y matemáticos del grupo de análisis de pliegues de la Universidad de Oviedo indica que el sinclinal se formó en el período Carbonífero, hace entre 324 y 305 millones de años. Este proceso se desarrolló durante la primera fase de la orogenia varisca o hercínica y desde entonces el sinclinal ha permanecido prácticamente inalterado en la misma posición en la que se encuentra hoy. Los movimientos de la corteza terrestre que originaron el gran pliegue están asociados a la colisión entre dos antiguas masas continentales, Gondwana y Laurusia (o Euramérica), que acabarían uniéndose para formar el supercontinente Pangea. Fue en esa época cuando emergió del océano el Macizo Hespérico, la parte más antigua de la Península Ibérica. Por ello, el geólogo Juan Ramón Vidal Romaní ha propuesto que el sinclinal sea considerado como un testimonio genuino del nacimiento de Galicia.
 
Estratos rocosos del sinclinal (Foto Alberto López)
   Las diferentes capas de roca que constituyen el pliegue en su parte más visible (pizarra y cuarcita, más concretamente cuarcita armoricana) se formaron en épocas más remotas, en distintas fases del  Ordovícico. Las cuarcitas datan del Ordovícico Inferior (488-478 millones de años) y las pizarras, del Ordovícico Medio (471-468 millones de años). La gran dureza de las cuarcitas no impidió que las fuerzas tectónicas comprimiesen y doblasen los estratos como si fuesen tabletas de plastilina.


Formación de pliegues
 La enorme presión que sufrieron las masas rocosas en ese lento proceso hizo que se calentasen a más de 300 grados centígrados, con lo que adquirieron una considerable elasticidad. Las rocas que forman la zona norte del plegamiento pertenecen a otros períodos geológicos más recientes: el Silúrico (443-416 millones de años) y el Devónico (416-359 millones de años). Estudios realizados por el geólogo José Ramón Martínez Catalán y otros investigadores sugieren que la formación de estos pliegues fue condicionada por la existencia de fallas que estuvieron activas en la zona durante el Ordovícico.

Conodonto del periodo Silúrico hallado en el sinclinal
Las rocas que conforman el sinclinal, por otro lado, encierran rastros biológicos del Paleozoico. Hace algunos años, el geólogo y paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez-Marco localizó en la zona fósiles de conodontos y otras especies animales del Silúrico, algunas de ellas no identificadas hasta entonces. Se trata obviamente de fauna marina, la única existente en esa era geológica, cuando los terrenos que hoy constituyen las montañas del este de Galicia formaban parte de la plataforma continental de Gondwana, en el hemisferio sur.

Croquis del sinclinal (margen derecha del río Ferreiriño) realizado por Matte
Los primeros científicos que describieron esta formación fueron el alemán Wynfrith Riemer y el francés Philippe Matte, quien fue asesorado y apoyado en su investigación por el geólogo gallego Isidro Parga Pondal. Matte incluyó dibujos del sinclinal en un estudio publicado en 1968 y comparó esta estructura con los pliegues tumbados de los Alpes Peninos, en el sudoeste de Suiza. Formaciones de este tipo pueden verse también en los Pirineos y en otras partes del mundo, pero muy raramente presentan un tamaño comparable al del sinclinal del Courel a la vez que se distinguen con tanta nitidez.

Área declarada monumento natural



El área declarada monumento natural, de unas noventa hectáreas de extensión, se sitúa en la margen izquierda del río Ferreiriño, en una zona conocida como Penas das Franzas y Pena Falcoeira. Pero la formación geológica también se percibe en la margen izquierda del valle fluvial, en el monte llamado Penas dos Conventos (o también Os Recoxois), por el que discurre la carretera de Quiroga a Folgoso do Courel. El hecho de que la zona de protección no se haya extendido a esta parte del pliegue (que no es visible desde la carretera) ha dado lugar a protestas públicas.




Mirador geológico de Campodola (Foto Alberto López)

Mirador
Para facilitar la observación del sinclinal y promoverlo como atractivo turístico y como recurso educativo, el Ayuntamiento de Quiroga construyó en 2004 un mirador a la altura del kilómetro 9,5 de la carretera LU-651, cerca de un desvío que lleva al pueblo de Campodola. Es el primer mirador de Galicia construido expresamente para contemplar un monumento geológico y permite observar el plegamiento en una vista panorámica de más de dos kilómetros de extensión. Las rocas de tonos más claros son cuarcitas. Los estratos más oscuros y cubiertos de vegetación están formados por areniscas y pizarras. El mirador fue construido con areniscas y cuarcitas del periodo Cámbrico

Museo geológico
El museo municipal de geología y paleontología de Quiroga, inaugurado en 2011, dedica una de sus secciones al sinclinal de Campodola. Otras salas del museo se dedican a las huellas geológicas de la última glaciación, a la fauna del Cuaternario, a los poblamientos paleolíticos y a la actividad minera desarrollada en este territorio desde los tiempos del Imperio Romano.

Ruta de senderismo
Una ruta pedestre que une las aldeas de Leixazós, Campodola y Campos de Vila pasa al pie de la parte más espectacular del plegamiento.