En 1961 se descubrieron en una cantera del municipio de
O Incio (provincia de
Lugo) los primeros restos fósiles de
mamut encontrados en
Galicia. El hallazgo se produjo de manera fortuita en la localidad de Buxán, durante las tareas de extracción de piedra caliza para una fábrica de cemento de la antigua empresa Cementos del Noroeste, hoy perteneciente a la multinacional portuguesa
Cimpor. Los restos aparecieron mezclados con arcilla en el interior de una grieta rocosa. El jefe de cantera Ramón Pedreño se dio cuenta de que debían de pertenecer a alguna especie extinguida de gran tamaño y comunicó el descubrimiento al geólogo
Isidro Parga Pondal, accionista de la empresa cementera. Al examinar las piezas, el cientifico constató que se trataba de un conjunto de dientes y fragmentos de hueso de un mamut.
Los restos fósiles encontrados en la cantera de Buxán consisten en un molar inferior derecho casi entero de 19,5 centímetros de longitud y 14 de anchura, y un trozo de molar
inferior izquierdo, de 8 centímetros de largo y 18 de anchura. En el lugar también se hallaron dos vértebras fragmentadas, un pedazo de un hueso largo y pequeños trozos de hueso no identificados. En el estudio de estas piezas participó el paleontólogo
Emiliano Aguirre, quien años más tarde sería el primer director de las excavaciones del célebre yacimiento paleolítico de
Atapuerca. Los investigadores
concluyeron que los restos pertenecían a un mamut lanudo (
Mammuthus primigenius). Desde entonces no se han descubierto otros vestigios de esta especie en Galicia. El fósil de Buxán sigue siendo el animal de mayor tamaño, de cualquier época, encontrado en el noroeste de la
Península Ibérica.
Los restos del mamut de Buxán se conservan en el
Museo de Historia Natural Luis Iglesias, perteneciente a la
Universidad de Santiago de Compostela. Su antigüedad exacta se desconoce, ya que hasta ahora no se ha realizado con ellos una
datación radiométrica. Pero cabe suponer que data de uno de los periodos más fríos del
Pleistoceno. Un
estudio publicado por los paleontólogos Diego Álvarez-Lao y Nuria García en la revista
Quaternary Science Reviews explica que la presencia de especies como el mamut lanudo, el
rinoceronte lanudo y el
reno en la Península Ibérica no fue constante, sino que se registra solo en los episodios de frío más intenso de la
Edad de Hielo. En esos periodos, los animales adaptados al clima glacial se habrian visto obligados a migrar hacia el sur para sobrevivir, puesto que los mantos de hielo que cubrieron por entonces extensas regiones del centro y del norte de Europa les impedían encontrar pastos. En el sur del continente convivieron con especies como el
ciervo, el
corzo y el
jabalí, más propias de los climas templados.