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domingo, 2 de junho de 2013

Cova Eirós, el rastro más profundo del hombre de Neandertal en Galicia

Excavaciones en el yacimiento de Cova Eirós (Foto: GEPN / IPHES)
En el verano boreal de 2008 fue descubierto en el yacimiento paleolítico de Cova Eirós (en el municipio de Triacastela, cerca del Camino de Santiago) el rastro más importante del hombre de Neandertal conocido hasta ahora en Galicia. No es el primer yacimiento del Paleolítico Medio encontrado en el noroeste de la Península Ibérica. Con anterioridad ya se habían localizado algunas industrias líticas de ese periodo en los municipios de Cortegada, Toén y Monforte de Lemos. Pero Cova Eirós ofrece un interés científico mucho mayor que el de estos otros lugares. Es el único yacimiento neandertal gallego situado en una cueva cárstica y contiene no solo un gran número de artefactos líticos de diversas épocas, sino también muchos fósiles de animales y otros vestigios orgánicos, con lo que puede proporcionar abundantes informaciones sobre la evolución tecnológica, los tipos de alimentación y los cambios climáticos y ambientales de la prehistoria remota. Es además el único yacimiento paleolítico del noroeste ibérico que conserva a la vez huellas de las ocupaciones del hombre de Neandertal y del Homo sapiens moderno, lo que permite comparar las estrategias de supervivencia y los modos de vida de estas dos especies humanas en un mismo territorio.

Recreación de los neandertales de Cova Eirós por Xurxo Constela
En las sucesivas excavaciones realizadas desde entonces en la gruta —dentro del proyecto Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño, en el que colaboran investigadores de las universidades de Santiago de Compostela y Tarragona— se han podido datar dos niveles arqueológicos correspondientes a distintas épocas del Paleolítico Medio utilizando la técnica de la termoluminiscencia del cuarzo. Uno de ellos tiene entre 84.000 y 87.000 años. El otro nivel, más profundo, fue datado en 118.000 años, lo que lo sitúa entre los poblamientos neandertales más antiguos registrados en el norte de la península, aun siendo mucho más reciente que el de la cueva de Letzetxiki, en el País Vasco, cuya antigüedad se remonta a unos 300.000 años.

Punta de cuarcita de tipo Levallois (Foto: GEPN / IPHES)
En estos dos niveles arqueológicos se hallaron numerosos artefactos de tecnología musteriense, característica del hombre de Neandertal. Un estudio sobre las industrias del más reciente de estos niveles, publicado en 2011 en la revista Trabajos de Prehistoria, identificó puntas de proyectil usadas como armas de caza y diversas clases de herramientas utilizadas para despiezar animales, cortar y tallar madera y preparar pieles secas para confeccionar vestimentas. 
Las herramientas del nivel más antiguo presentan una factura más tosca y entre ellas hay un número mucho más reducido de piezas fabricadas con las técnicas Levallois y discoidal, las más sofisticadas que produjo el hombre de Neandertal. Los materiales también son de peor calidad, con una menor presencia de cuarcitas de grano fino y más abundancia de piezas gruesas de cuarzo. Según los arqueólogos, esto puede indicar un nivel tecnológico menos desarrollado, pero también podría deberse a que los grupos que fabricaron tales herramientas ocuparon la cueva durante periodos más breves, invirtiendo menos tiempo en buscar materiales de buena calidad y en tallar los útiles líticos. Los pobladores del nivel más reciente, en cambio, habrían vivido en este refugio durante periodos más prolongados, siguiendo una estrategia de supervivencia más planificada y a largo plazo y dedicando más tiempo a la búsqueda de materias primas y a la fabricación de utensilios.

Lasca de cuarzo de Cova Eirós (Foto: Alberto López - La Voz de Galicia)
Un rasgo que diferencia estas industrias de las de otros asentamientos neandertales de la vecina Cordillera Cantábrica es el uso frecuente del cuarzo para elaborar herramientas liticas. En los yacimientos cantábricos es mucho menos habitual hallar piezas fabricadas con esta materia prima, más difícil de tallar que el sílex o la cuarcita, ya que se rompe de una forma más irregular. El uso de este material  indica una adaptación a las condiciones ambientales de la zona, donde el cuarzo abunda, mientras que no se encuentra el sílex de forma natural. Esta peculiaridad técnica también se ha observado en los yacimientos neandertales de Quercy, en el sur de Francia, donde escasea igualmente el sílex y se utilizó a menudo el cuarzo en la fabricación de útiles líticos.
    En los niveles arqueológicos del Paleolítico Medio de Cova Eirós, junto con una gran cantidad de huesos de animales de diversas especies, se han encontrado restos de materias vegetales carbonizadas. Los arqueólogos intentan averiguar actualmente si se trata de rastros de hogueras.

Colgante gravetiense de Cova Eirós (Foto: GEPN / IPHES)
En Cova Eirós se han descubierto también importantes rastros de ocupaciones del Paleolítico Superior. Entre ellos figuran las primeras muestras de industrias de la cultura auriñaciense registradas en Galicia. En las excavaciones de 2009 se encontró el objeto de adorno más antiguo conocido hasta ahora en el noroeste ibérico. Se trata de un colmillo de carnívoro de pequeño tamaño —posiblemente un zorro— tallado y perforado para servir como colgante. Las dataciones por carbono-14 han asignado una antigüedad de 26.000 años a esta pieza, encuadrada en la cultura gravetiense,  al igual que otros artefactos descubiertos en el mismo nivel. Estas son también las primeras industrias de esa etapa cultural halladas en Galicia. La cultura gravetiense se desarrolló durante una de las fases más frías de la última glaciación y la cueva se encuentra a a 780 metros de altura sobre el nivel del mar, cerca del límite de los glaciares que cubrieron en esa época las zonas más altas de las montañas orientales gallegas. El hallazgo sugiere que incluso en ese periodo de frío extremo la región ofreció unas condiciones ambientales soportables para los grupos humanos. La ausencia de yacimientos de esa etapa había hecho suponer a algunos investigadores que el territorio gallego pudo haber quedado por entonces totalmente deshabitado.

Una de las pinturas descubiertas en la galería interior (Foto: GEPN / IPHES)
En agosto de 2012, por otra parte, se dio a conocer el hallazgo en Cova Eirós de las primeras muestras de arte parietal paleolítico descubiertas en Galicia, un conjunto de pinturas y grabados situados en una galería interior de la cueva. Según las estimaciones de los investigadores, algunas de estas manifestaciones artísticas podrían situarse entre los periodos Gravetiense y Solutrense, —con una antigüedad aproximada de entre 25.000 y 20.000 años—, mientras que otras datarían del periodo Magdaleniense y podrían tener entre 15.000 y 10.000 años.

Excavación en la galería exterior (Foto: Alberto López - La Voz de Galicia)
 En conjunto, el yacimiento de Cova Eirós contiene la secuencia más completa de poblamientos paleolíticos de diferentes épocas que se ha podido documentar hasta el momento en el noroeste de la penísula. Los investigadores creen que la gruta puede encerrar también testimonios de épocas anteriores al hombre de Neandertal. Un sondeo con georradar indicó que los sedimentos que forman el suelo de la cavidad tienen una profundidad de cerca de tres metros. Por ahora solo se ha excavado en torno a metro y medio y no se sabe lo que puede haber en los niveles más profundos del subsuelo. En la actualidad está en proceso de producción el primer documental sobre los hallazgos arqueológicos realizados en este yacimiento.

sábado, 21 de janeiro de 2012

Cova Eirós, el panorama más amplio del Paleolítico gallego

Foto: Alberto López
En el yacimiento de Triacastela se identificaron cinco épocas prehistóricas

La reciente datación de un nuevo nivel arqueológico en Cova Eirós ha ampliado el panorama temporal representado en este yacimiento, que es ahora el muestrario más extenso del Paleolítico gallego concentrado en un solo lugar y que haya podido datarse con métodos radiométricos. La última datación, dada a conocer recientemente, corresponde a un conjunto de artefactos de 12.000 años de antigüedad correspondiente a la etapa final de la cultura magdaleniense. Con anterioridad, los arqueólogos ya habían fechado otras industrias pertenecientes a un período más temprano de esa cultura. En la cueva se habían identificado además otras culturas del Paleolítico Superior -gravetiense y auriñaciense-, así como industrias musterienses de diferentes períodos del Paleolítico Medio, obra del hombre de Neandertal.
     Según apunta Arturo de Lombera, codirector de las excavaciones que llevan a cabo en este yacimiento las universidades de Santiago y Tarragona, «en otras partes de Galicia se han encontrado industrias paleolíticas más antiguas y también más recientes, pero en ningún otro sitio se ha podido reconstruir una secuencia cronológica tan larga como esta». Ello convierte a Cova Eirós en el principal referente para el estudio de la prehistoria remota del noroeste ibérico, ya que en ningún otro lugar puede apreciarse con tanta claridad la evolución cultural y tecnológica de las diferentes poblaciones que han ocupado este territorio.
   Para averiguar la edad de los niveles más recientes del yacimiento se utilizó el carbono 14, que permite datar restos orgánicos de hasta 40.000 años. En los más antiguos se utilizó la termoluminiscencia del cuarzo, con la que se puede retroceder mucho más en el tiempo.
  Los investigadores esperan que este extenso panorama cronológico pueda ampliarse todavía más en un futuro cercano, ya que el subsuelo de la gruta podría contener también rastros de épocas anteriores al hombre de Neandertal.

Un hueco de 55.000 años sin información
Entre las diferentes etapas prehistóricas que han podido ser identificadas en Cova Eirós, los investigadores no lograron hallar todavía ningún rastro arqueológico del largo período -de en torno a 55.000 años- que se extiende entre el nivel datado hace 87.000 años y el de 32.000 años. Ese lapso corresponde precisamente a la época en la que el hombre de Neandertal fue sustituido por el Homo sapiens moderno, que -según se cree actualmente- empezó a expandirse por la Península hace unos 40.000 años.
  Según indica Arturo de Lombera, los materiales arqueológicos correspondientes a esa etapa pudieron haber desaparecido de la cueva a causa de un intenso proceso erosivo registrado tras un período de enfriamento climático del que también hay huellas en otros yacimientos paleolíticos del área cantábrica. Se trataría de uno de los llamados eventos Heinrich, una serie de fluctuaciones climáticas globales -los geólogos han identificado seis- que se produjeron durante la última glaciación.
   Si esta hipótesis es acertada, los artefactos fabricados por los ocupantes de la cueva durante el mencionado período de 55.000 años habrían sido arrastrados por torrentes que pudieron anegar la cavidad debido al deshielo que siguió a una etapa de frío extremo. Ese proceso erosivo pudo producirse durante el llamado evento Heinrich 4, hace entre 38.000 y 35.000 años.

Posibles vestigios
No obstante, los arqueólogos no han descartado la posibilidad de encontrar en la gruta algún rastro de ese etapa de la que por ahora no tienen ninguna información. «Es posible que la erosión haya alterado la secuencia cronológica en unas partes de la cueva y en otras no, de forma que en las zonas que todavía no hemos excavado podrían quedar algunos retazos bien conservados con muestras arqueológicas de ese período», apunta De Lombera.
  En todo caso, ello no podrá saberse hasta dentro de uno o dos años, cuando las excavacions se hayan extendido a zonas del subsuelo de la cueva que aún están inexploradas.
  
Fuente: La Voz de Galicia