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terça-feira, 14 de maio de 2013

Cueva de Valdavara (Becerreá, Galicia) : primer registro fósil de Chioglossa lusitanica, una salamandra endémica del noroeste ibérico

Dibujo de la Chioglossa lusitanica publicado en la primera descripción científica de la especie (Barbosa du Bocage, 1864)
 
   La cueva de Valdavara, en el municipio de Becerreá (en el este de la provincia de Lugo), se ha convertido en los últimos años en uno de los principales referentes para el estudio de la prehistoria en Galicia. La existencia de un yacimiento arqueológico en esta pequeña gruta cárstica, situada a seiscientos metros de altura sobre el nivel del mar,  ya fue descubierta a finales de la década de 1950 por el investigador aficionado Carmelo Alonso. Sin embargo, las excavaciones sistemáticas no empezaron hasta el año 2007, dentro del proyecto Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno en la cuenca media del Miño, en el que colaboran científicos de las universidades de Santiago y Tarragona. Desde entonces se han hallado en la cueva abundantes rastros de poblamientos humanos del Paleolítico Superior, el Mesolítico, el Neolítico y la Edad del Bronce

Ch. lusitanica - Foto Gustavo Rivas (La Voz de Galicia)
Pero el yacimiento contiene también uno de los más importantes depósitos  de fósiles de microvertebrados del territorio gallego, en el que se han podido identificar decenas de especies de anfibios, reptiles, insectívoros, quirópteros y roedores. Dado que la fauna de pequeño tamaño es especialmente sensible a los cambios climáticos,  este depósito fosilífero ofrece un gran interés para el estudio de las transformaciones del clima y del medio ambiente en el tránsito del Pleistoceno al Holoceno en el noroeste de la Península Ibérica. El yacimiento posee un particular valor, porque en Galicia es muy poco común encontrar fósiles de cualquier época. La naturaleza ácida del suelo de la mayor parte de su territorio (debida a la abundante presencia del granito) no permite la conservación de restos biológicos antiguos. Esto solo es posible en algunas áreas de roca caliza, como las montañas en las que se encuentra la cueva de Valdavara.
   Entre los hallazgos realizados en este yacimiento figura el de los primeros restos fósiles conocidos de la salamandra rabilarga (Chioglossa lusitanica), un anfibio urodelo endémico cuya área de distribución se limita al norte de Portugal, Galicia, Asturias y el extremo occidental de Cantabria. La especie fue descrita por primera vez en 1864 por el zoólogo portugués José Vicente Barbosa du Bocage. Los restos fósiles aparecieron en un nivel arqueológico al que las dataciones radiométricas con el método del carbono-14 han asignado una antigüedad de en torno a 4.500 años.
    La salamandra rabilarga, conocida en gallego como saramaganta o píntega rabilonga, es el único representante vivo del género Chioglossa, al que también pertenece la especie extinta Chioglossa meini, de la que han encontrado fósiles en Francia, Alemania, Suiza, Austria y la República Checa. La presencia de este anfibio, muy sensible a la contaminación, es un importante indicador de la calidad ambiental de las aguas. El hallazgo ayudará a reconstruir la historia de la propagación de esta singular especie por el territorio que ocupa en la actualidad y a conocer mejor la evolución del clima en la zona. Los investigadores creen que durante la última glaciación la Chioglossa lusitanica sobrevivió en áreas de refugio en torno a los ríos Duero y Mondego, en Portugal, y que se fue expandiendo hacia el norte a medida que el clima se volvía más benigno.


Excavación en Valdavara - Foto Alberto López (La Voz de Galicia)
 El análisis de los microvertebrados fósiles de este yacimiento fue divulgado en un artículo publicado en la revista Geobios. El autor principal de este trabajo, Juan Manuel López-García, (perteneciente al Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), señala que el estudio permitió observar un incremento en  la diversidad de los taxones de microvertebrados en la Prehistoria reciente (hace unos 4.500 años) en relación con el Magdaleniense (hace entre 13.000 y 15.000). En opinión del investigador, esta circunstancia está probablemente relacionada con una mayor expansión de la vegetación y una mejora general de las condiciones climáticas. En la Prehistoria reciente aparecen en la región especies como la musaraña gris (Crocidura russula) y el topillo rojo (Myodes glareolus), que estuvieron ausentes durante el Magdaleniense, lo que posiblemente se debe a la mejoría climática que se produjo a comienzos del Holoceno, hace unos 11.700 años. En el yacimiento se encontraron también los primeros registros fósiles del sapillo pintojo ibérico (Discoglossus galganoi) y del eslizón tridáctilo ibérico (Chalcides striatus). Además, se ha podido documentar por primera vez en el noroeste de la península la antigua presencia del topillo de Cabrera (Microtus  cabrerae) y del ratón espiguero (Micromys minutus), hoy ausentes de esta área geográfica.